La semana pasada pensaba en escribir algo sobre nuestra selección de baloncesto (antaño clara favorita) cuando ganara el campeonato de Europa. Vale, ayer España dejó escapar la final. Perdimos. ¿Sí, y qué pasa? Reconozcámoslo: fue un encuentro limpio, donde no hubo ni tanganas, ni errores arbitrales, ni broncas, ni provocaciones, ni juego sucio. Rusia fue un digno y honorable rival, mantuvo su cabeza fría en los momentos difíciles, nunca se desmoralizó, remontó y aguantó hasta el final: mereció ganar. Pero aunque oficialmente ganaron los rusos, ninguno de los dos equipos demostró ser un "claro vencedor", aunque España dominase claramente la primera mitad del encuentro. Sí, España también mereció ganar.
Todo se decidió en los últimos 24 segundos del cuarto tiempo... la selección aventajaba a Rusia de un sólo punto. El base ruso Holden agotó al máximo la posesión (y el tiempo de partido), se la jugó, y el balón entró 'llorando'. Rusia aventajaba ahora de uno a España. Tras un tiempo muerto pedido por Pepu, con sólo dos segundos de posesión, y ya sobre la bocina, Pau lanzó correctamente, pero el balón se salió del interior del aro. ¡Increíble, pero desgraciadamente cierto! España perdía la opción de convertirse en la primera selección del mundo en hacer doblete: ganar el campeonato del mundo y seguidamente ganar el campeonato europeo.
En nuestra memoria perdurarán como una colección de fotogramas relentizados, instantáneas para la eternidad, imágenes como el lanzamiento de Holden: el reloj ardiendo, a punto de llegar a cero, el balón rebotando y entrando en el aro... y minutos más tarde el tiro de Pau Gasol: la pelota saliendo de sus manos, llegando al aro, la bocina ya sonando, y el balón rebotando y saliendo del interior, como si una mano invisible lo empujara hacia fuera, guiada por alguien que no quisiera que ayer fuera el día del baloncesto español... Pau derrumbándose, junto con las posteriores caras de desolación de nuestra amada selección, la descomunal alegría de los rusos, que minutos antes habían visto perdidas todas sus opciones, y el gran 'AK-47' Kirilenko, capitán de la escuadra rusa, que lo primero que hizo, antes incluso que celebrar su merecido título, fue nada más ni nada menos que ir a abrazar a un inconsolable Pau Gasol.
En nuestra memoria perdurarán como una colección de fotogramas relentizados, instantáneas para la eternidad, imágenes como el lanzamiento de Holden: el reloj ardiendo, a punto de llegar a cero, el balón rebotando y entrando en el aro... y minutos más tarde el tiro de Pau Gasol: la pelota saliendo de sus manos, llegando al aro, la bocina ya sonando, y el balón rebotando y saliendo del interior, como si una mano invisible lo empujara hacia fuera, guiada por alguien que no quisiera que ayer fuera el día del baloncesto español... Pau derrumbándose, junto con las posteriores caras de desolación de nuestra amada selección, la descomunal alegría de los rusos, que minutos antes habían visto perdidas todas sus opciones, y el gran 'AK-47' Kirilenko, capitán de la escuadra rusa, que lo primero que hizo, antes incluso que celebrar su merecido título, fue nada más ni nada menos que ir a abrazar a un inconsolable Pau Gasol.
Sin embargo, la selección de baloncesto demostró que está a un nivel superior, que puede enfrentarse a cualquier equipo y ganar. Y no hay nada que reprochar a nadie: conseguir un podio aquí es prácticamente igual de difícil que el oro en el campeonato del mundo, debido al gran nivel de todas las selecciones participantes.
Viendo ayer el partido, pudimos ver la similitud del baloncesto con la vida misma: una lucha, una constante ida y vuelta, una carrera permanente donde cada punto (a favor y en contra) cuenta, cada defensa seguida de un ataque, donde frecuentemente te lo juegas todo a una carta a veces ganadora, a veces perdedora, con momentos para descansar, momentos para reorganizarse y cambiar de estrategia, y momentos en los que estar al 120%. Momentos en los que pensamos: "que hubiera pasado si...", "si yo hubiera hecho tal... " o "si hubiera estado más acertado...", en definitiva, momentos...
La selección de España de baloncesto no es únicamente una selección: es un equipo. Una selección es sólo un conjunto de jugadores seleccionados para jugar un determinado encuentro: para ascender a equipo hay que ser, además, una familia.
Y es justamente así como debemos ver a nuestros chicos de oro del baloncesto, como campeones que son, como una familia unida, vestidos de oro o de plata, ganen o pierdan. Porque ayer perdio España, pero se comportaron como ganadores, y más importante aún que la medalla de plata, ganaron el respeto, el corazón y la devoción no sólo del público español y ruso presente en el pabellón, sino del mundo entero.

España ganadora del oro en el campeonato del mundo en Japón 2006
No obstante, no todo fue desilusión y tristeza el pasado domingo: estos hechos no deben eclipsar a nuesta igualmente fantástica selección española de voleibol, que ganó ayer en Moscú la final del campeonato europeo, derrotando por un total de 3 - 2 a una potente Rusia que jugaba en casa. Han trabajado mucho, se han esforzado y se lo merecen, como justos campeones que son.
Rusia ganando en Madrid, y España ganando en Moscú. ¿Caprichos del destino?
Rusia ganando en Madrid, y España ganando en Moscú. ¿Caprichos del destino?
Para todos ellos, vencedores y vencidos, españoles y rusos, baloncestistas y voleibolistas, mi sincera enhorabuena, porque nos habéis hecho a todos disfrutar de dos inolvidables, limpios, frenéticos y emocionantes encuentros.
¡Hasta las Olimpiadas de Pekín 2008!
¡Hasta las Olimpiadas de Pekín 2008!
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